lunes, 8 de junio de 2009


Junio: Mes del Sagrado Corazón de Jesús


Adoramos el Corazón de Cristo porque es el corazón del Verbo encarnado, del Hijo de Dios hecho hombre

Explicación de la fiesta
La imagen del Sagrado Corazón de Jesús nos recuerda el núcleo central de nuestra fe: todo lo que Dios nos ama con su Corazón y todo lo que nosotros, por tanto, le debemos amar. Jesús tiene un Corazón que ama sin medida. Y tanto nos ama, que sufre cuando su inmenso amor no es correspondido.La Iglesia dedica todo el mes de junio al Sagrado Corazón de Jesús, con la finalidad de que los católicos lo veneremos, lo honremos y lo imitemos especialmente en estos 30 días. Esto significa que debemos vivir este mes demostrandole a Jesús con nuestras obras que lo amamos, que correspondemos al gran amor que Él nos tiene y que nos ha demostrado entregándose a la muerte por nosotros, quedándose en la Eucaristía y enseñándonos el camino a la vida eterna. Todos los días podemos acercarnos a Jesús o alejarnos de Él. De nosotros depende, ya que Él siempre nos está esperando y amando. Debemos vivir recordandolo y pensar cada vez que actuamos: ¿Qué haría Jesús en esta situación, qué le dictaría su Corazón? Y eso es lo que debemos hacer (ante un problema en la familia, en el trabajo, en nuestra comunidad, con nuestras amistades, etc.). Debemos, por tanto, pensan si las obras o acciones que vamos a hacer nos alejan o acercan a Dios.Tener en casa o en el trabajo una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, nos ayuda a recordar su gran amor y a imitarlo en este mes de junio y durante todo el año.
Origen de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús
Santa Margarita María de Alacoque era una religiosa de la Orden de la Visitación. Tenía un gran amor por Jesús. Y Jesús tuvo un amor especial por ella.Se le apareció en varias ocasiones para decirle lo mucho que la amaba a ella y a todos los hombres y lo mucho que le dolía a su Corazón que los hombres se alejaran de Él por el pecado. Durante estas visitas a su alma, Jesús le pidió que nos enseñara a quererlo más, a tenerle devoción, a rezar y, sobre todo, a tener un buen comportamiento para que su Corazón no sufra más con nuestros pecados.El pecado nos aleja de Jesús y esto lo entristece porque Él quiere que todos lleguemos al Cielo con Él. Nosotros podemos demostrar nuestro amor al Sagrado Corazón de Jesús con nuestras obras: en esto precisamente consiste la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
Las promesas del Sagrado Corazón de Jesús:
Jesús le prometió a Santa Margarita de Alacoque, que si una persona comulga los primeros viernes de mes, durante nueve meses seguidos, le concederá lo siguiente:
1. Les daré todas las gracias necesarias a su estado (casado(a), soltero(a), viudo(a) o consagrado(a) a Dios).
2. Pondré paz en sus familias.
3. Los consolaré en todas las aflicciones.
4. Seré su refugio durante la vida y, sobre todo, a la hora de la muerte.
5. Bendeciré abundantemente sus empresas.
6. Los pecadores hallarán misericordia.
7. Los tibios se harán fervorosos.
8. Los fervorosos se elevarán rápidamente a gran perfección.
9. Bendeciré los lugares donde la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.
10. Les daré la gracia de mover los corazones más endurecidos.
11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón y jamás será borrado de Él.
12. La gracia de la penitencia final: es decir, no morirán en desgracia y sin haber recibido los Sacramentos.
Oración de Consagración al Sagrado Corazón de Jesús
Podemos conseguir una estampa o una figura en donde se vea el Sagrado Corazón de Jesús y, ante ella, llevar a cabo la consagración familiar a su Sagrado Corazón, de la siguiente manera:
Señor Jesucristo, arrodillados a tus pies, renovamos alegremente la Consagración de nuestra familia a tu Divino Corazón.Sé, hoy y siempre, nuestro Guía, el Jefe protector de nuestro hogar, el Rey y Centro de nuestros corazones.Bendice a nuestra familia, nuestra casa, a nuestros vecinos, parientes y amigos.Ayúdanos a cumplir fielmente nuestros deberes, y participa de nuestras alegrías y angustias, de nuestras esperanzas y dudas, de nuestro trabajo y de nuestras diversiones.Danos fuerza, Señor, para que carguemos nuestra cruz de cada día y sepamos ofrecer todos nuestros actos, junto con tu sacrificio, al Padre.Que la justicia, la fraternidad, el perdón y la misericordia estén presentes en nuestro hogar y en nuestras comunidades. Queremos ser instrumentos de paz y de vida.Que nuestro amor a tu Corazón compense, de alguna manera, la frialdad y la indiferencia, la ingratitud y la falta de amor de quienes no te conocen, te desprecian o rechazan.Sagrado Corazón de Jesús, tenemos confianza en Ti. Confianza profunda, ilimitada.
Sugerencias para vivir la fiesta:
Poner una estampa del Sagrado Corazón de Jesús, algún pensamiento y la oración para la Consagración al Sagrado Corazón de Jesús.
Hacer una oración en la que todos pidamos por tener un corazón como el de Cristo.
Leer en el Evangelio pasajes en los que se podamos observar la actitud de Jesús como fruto de su Corazón.

miércoles, 3 de junio de 2009

Dios mío, Dios mío,
¿Por qué me has abandonado?
¿Por qué estás lejos de mi clamor y mis gemidos?
Te invoco de día, y no respondes, de noche, y no encuentro descanso;
y sin embargo, tú eres el Santo, que reinas entre las alabanzas de Israel.
En ti confiaron mis padres: confiaron, y tú los libraste;
clamaron a ti y fueron salvados, confiaron en ti y no quedaron defraudados.

Pero yo soy un gusano, no una mujer;
la gente me insulta y mis amigos me desprecian;
los que me ven, se burlan de mí, hacen una mueca y mueven la cabeza, diciendo:
"Confió en el Señor, que él la libre; que la salve, si la quiere tanto".
Tú, Señor, me sacaste del seno materno, me confiaste al regazo de mi madre;
a ti fui entregada desde mi nacimiento, desde el seno de mi madre, tú eres mi Dios.
No te quedes lejos, porque acecha el peligro y no hay nadie para socorrerme.
Me rodea una manada de novillos, me acorralan toros de Basán;
abren su boca contra mí como leones rapaces y rugientes.
Soy como agua que se derrama y todos mis huesos están dislocados;
mi corazón se ha vuelto como cera y se derrite en mi interior;
mi garganta está seca como una teja y la lengua se me pega al paladar.
Me rodea una jauría de perros, me asalta una banda de malhechores;
han taladrado mis manos y mis pies y me hunden en el polvo de la muerte.
De tanto mirarme pueden contar todos mis huesos;
ellos me miran con aire de triunfo, se reparten entre sí mi ropa
y sortean mi túnica.

Pero tú, Señor, no te quedes lejos; tú que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme.
Libra mi cuello de la espada y mi vida de las garras del perro.
Sálvame de la boca del león, salva a esta pobre de los toros salvajes.


Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos, te alabaré en medio de la asamblea:
"Alábenlo, los que temen al Señor; glorifíquenlo, descendientes de Jacob;
témanlo, descendientes de Israel. Porque él no ha mirado con desdén
ni ha despreciado la miseria del pobre: no le ocultó su rostro
y la escuchó cuando pidió auxilio".
Por eso te alabaré en la gran asamblea y cumpliré mis votos delante de los fieles:
los pobres comerán hasta saciarse y los que buscan al Señor lo alabarán.
¡Que sus corazones vivan para siempre!


Todos los confines de la tierra se acordarán y volverán al Señor;
todas las familias de los pueblos se postrarán en su presencia.
Porque sólo el Señor es rey y él gobierna a las naciones.
Todos los que duermen en el sepulcro se postrarán en su presencia;
todos los que bajaron a la tierra doblarán la rodilla ante él,
y los que no tienen vida glorificarán su poder.
Hablarán del Señor a la generación futura, anunciarán su justicia
a los que nacerán después, porque esta es la obra del Señor.
Salmo 22 (21) adaptado.

lunes, 4 de mayo de 2009

MARIA FELICIA DE JESUS SACRAMENTADO :PROXIMAMENTE CANONIZADA

Hermana María Felicia de Jesús SacramentadoSierva de Dios"La Chiquitunga"
Carmelita DescalzaParaguay, 1925-1959
"Sed tengo de una entrega total"

Desde muy joven el corazón de Chiquitunga ardía de amor a Jesucristo, y se consumía de celo apostólico: el deseo de colaborar con Jesús en su obra salvadora.
En sus escritos podemos admirar el ofrecimiento total y radical de su vida, de su corazón y aún de su cuerpo, a su amado Jesucristo. Primero en el apostolado activo y después en la vida contemplativa del Carmelo.
María Felicia, familiarmente "Chiquitunga", nació en la familia Guggiari Echevarría en Villarica, Paraguay el 12 de enero de 1925.
A los 16 años se alistó en las filas de la Acción Católica de la que fue miembro entusiasta y dirigente abnegada. Se consagró a servir a Dios. Lo encontró en los niños en la catequesis, en los jóvenes trabajadores o universitarios con sus problemas, en los pobres, enfermos y ancianos en sus necesidades materiales y espirituales. Trabajó primero en Villarica, luego en Asunción. Sobre aquellos tiempos de apostolado escribió:
En todos los trabajos que estoy realizando trato de poner el sello de nuestro espíritu cristiano, porque quiero que todo se sature de Cristo y donde quiera que sea pueda dejar un rayito de luz.
No sabría explicarle la ansiedad, el deseo intenso de trabajar exclusivamente, entregada en cuerpo y alma por causa de Cristo, al apostolado; sed, verdaderamente sed, tengo de una inmolación mas efectiva.
Logró un olvido total de si misma para entregarse a Dios y al prójimo. Su amor por los pobres y por los que sufren fue excepcional. Hablando de "sus viejitas" de Villarica escribe:
Nunca imaginé que sería tan feliz llevando consuelo a quienes con su dolor hacen posible nuestra vida... Recorriendo hogares, prodigando aunque sea tan solo una sonrisa como fruto espontáneo de la gracia palpitante en nuestras almas, encendido nuestro poco de Amor Divino. Ser apóstoles, Señor, que hermoso sueño".

Deseando ya entrar en el Carmelo, M. Felicia escribe:
Se me hacen tan largos los días y quisiera pasaran uno tras otro hasta ver llegada aquella maravillosa aurora en que, encerrada en las cuatro mas felices paredes que haya habitado en mi vida, ofreciendo sin cesar mi vida...
Felicia amaba de corazón el apostolado. Pero llegó el día en que Jesús la llamó para Sí en la vida contemplativa. Para ofrecerlo todo a Dios, a los 30 años, ingresó en el Carmelo de la Asunción (Paraguay). Tomó el hábito de Carmelita Descalza el 14 de agosto de 1955. Su camino fue ofrecerlo todo. Como Santa Teresita de Lisieux y otras grandes hijas del Carmelo, la Hna. Felicia descubrió el secreto de la vida escondida para Jesús, vida sumamente fecunda que desborda en bendición para toda la humanidad. Cuentan que cierta Hermana había exclamado: "Apresurémosnos, porque el tiempo es oro", a lo que la sierva de Dios respondió con toda dulzura para no ofenderla: "No, hermana, el tiempo no es oro, es apostolado".
Vibraba en ella el amor apremiante de Cristo, la ternura filial a su "Madrecita", La Virgen María, la participación activa en la Eucaristía y en la misión evangelizadora de la Iglesia Católica.
Las Madres Carmelitas Descalzas de Asunción recuerdan: "En los cuatro años que la querida Hermana vivió entre nosotras se caracterizó por su gran espíritu de sacrificio, caridad y generosidad, todo envuelto en gran mansedumbre y comunicativa alegría"
La hepatitis infecciosa que ya había llevado a la tumba a una de sus hermanas, la obligó a internarse en un Sanatorio de la ciudad, en enero de 1959, por un mes y algo mas.
Estoy con estos sentimientos de que no ha de ser mucho lo que me falte para que Jesús, viendo sobre todo mi nada, me lleve pronto.
Aunque pide por su salud porque cree que todavía podrá servir a su Amado en la tierra, ella se pone totalmente en sus manos.
Enfermó de púrpura, una especie de derrame interno que producía en distintas partes del cuerpo y de la cara unas manchas de sangre; su médula ósea no elaboraba ya glóbulos rojos.
¡Jesús tomó de verdad la ofrenda! A lo que El disponga, lo digo con toda el alma y si El lo quiere sabe por qué!
Ya estoy esperando a Jesús, quisiera llenarme de sólo su amor y no vivir sino sólo pare El. Sólo espero cumplir su voluntad, no quiero otra cosa. Me he ofrecido a El como pequeña víctima, por los sacerdotes, por nuestra Sagrada Orden, por Nuestra Comunidad, por mis padres y familiares, en fin, por todas las almas".
Tenía un gran anhelo por encontrarse con su Divino Esposo. La Hna. Felicia recibió con mucha devoción el sacramento de los enfermos con todo su conocimiento. "He aquí Jesús, a tu pequeña esposa".
Murió el 28 de marzo del 1959, domingo de Pascua. Aproximadamente a las cuatro de la mañana, y con todos los familiares presentes, entra en agonía. Estaba rozagante, recuerda alguien. Pidió a la madre Priora y a otras dos Madres allí presentes, le leyeran el "Muero porque no muero" de Santa Teresa de Jesús (fundadora de la orden). Recostada en los almohadones parecía dormir. De pronto se yergue y con una energía no común exclama:
Papito querido, ¡qué feliz soy!; ¡Que grande es la Religión Católica!; ¡Que dicha el encuentro con mi Jesús!; ¡Soy muy feliz!"
Y sin borrársele la sonrisa:
Jesús te amo. ¡Que dulce encuentro! ¡Virgen María!
Luego una frase de despedida y consuelo a su madre y hermano y plácidamente su alma voló al cielo. En su rostro quedó estampada la dulce y característica sonrisa que le había animado en vida. Chiquitunga tenía 34 años de edad.

El 13 de diciembre de 1997 se inició su Proceso de Beatificación.
"Este Lirio de la Iglesia Católica en el Paraguay se convierte en nuestros días en llamado, ejemplo y compañía", nos dice Monseñor Felipe Santiago Benitez:
Llamado a los jóvenes y a personas de vida consagrada, a realizar su vocación cristiana, sea laical, sea religiosa, con valiente y generosa entrega;
Ejemplo de que es posible -y hoy necesario- con la fuerza de Dios, vivir la vocación bautismal y apostólica, en medio de las mayores dificultades y contradicciones, difundiendo alegría, esperanza y paz.

Máximas de la Hermana María Felicia de Jesús Sacramentado
Tenemos sus preciosos escritos en diarios, poesías y cartas. Escritos de espontaneidad amable, sencillos, penetrantes, nos revelan que ella vivió en plenitud su vocación bautismal de apóstol.
Renuevo ante Tí, Jesús Hostia, este deseo sincero e íntimo de inmolar mi vida en aras de tu amor
La últimas fuerzas de mi ser Tú me las diste y a Tí Señor, las vuelvo.
Todo mi afán está en trabajar hasta caer rendida, (como en algunas noches), y, aún rendida, seguir... hasta agotar las fuerzas por la Gloria de Dios y la salvación de las almas. Todo está entregado, y la consigna de la hora es trabajar hasta caer muerta, si es posible. Pero trabajar con espíritu en la más íntima y profunda unión con Dios.
Cuanto mas haya que hacer y donde estar, dando gota a gota de nuestra vida, tanto mejor, hasta que llegue el día ansiosamente esperado: en este momento mi papel no es otro que recibirlo todo con calma, como todo venido de la Providencia y no traicionar a la Causa."
Ofrecimiento de dolores:
Anoche, qué feliz me sentía al poder darme Dios la gracia de ofrecerle los dolores que sentía. No me he quejado un instante, antes bien, Señor, tú sabes cómo te lo ofrecía y sobre todo por esta nuestra decisión sublime de entrega total.
...pero Dios me ha dado la gracia grande de ofrecer agradecimiento, sin quejarme en nada y tratando de sonreir... No obstante, Jesús mío, sigo ofreciendo uno a uno, gota a gota, este cáliz por nuestro apostolado, ¡por tu gloria!
Me siento bastante decaída a veces. Ya lo sabes, mi Dueño: cuando quieras, lo que quieras...
Como te agradezco, Señor, (este malestar físico intenso), íntegramente todo te ofrezco, Señor, por tu gloria y salvación de nuestra alma y, junto con la nuestra, la de miles de almas más.

Pronto comprendió que sin santidad no era posible el apostolado, es decir, la conversión de las almas.
Es necesario santificarnos para poder dar algo a los demás
Ofreciendo los recuerdos
Muchos son los recuerdos que tratan de avasallarme, ¡Jesús mío! ¡Cuanto en verdad me gustaría vivir, unos instantes, aquellos que serían imborrables! Pero con toda calma, con la generosidad más amplia, Tú ves cómo te los he ofrecido, ofreciéndote a cada instante todos los trabajos, luchas, angustias, cansancios de estos días.
Ofreciendo los trabajos
Jesús mío, con toda el alma, con la generosidad más amplia, Tú ves cómo te los he ofrecido, ofreciéndote a cada instante todos los trabajos, luchas, angustias, cansancios de estos días
Ofreciendo las soledades
Estoy pasando unos días de verdadera preocupación: un tanto el desaliento y otro tanto la tristeza de esto que llamo soledad, han querido envolverme sin más ni más en sus redes. Por ello mismo multiplico mis defensas: el trabajo desplegado es el más intenso. Y cómo cuesta ofrecer, Señor; esto ya estaba ofrecido.
Hay momentos verdaderamente desoladores, que si no fuese por ese ideal que abrazo...yo no sé si hubiera resistido sin desesperarme. Pero Nuestro Señor es incalculablemente generoso para conmigo, pues, cuando ya va a ser, según mi parecer, imposible seguir soportando, de cualquier lado me hace llegar una palabra, un gesto, una sonrisa que vuelve a levantarme.
Señor, Tú sabes cómo recibo tus pruebas, no permitas que flaquee en nada, acepta en cambio todos mis esfuerzos y desvelos, y dame en cambio, Dios mío, un verdadero espíritu de oración, sacrificio y acción.

Ofreciendo la propia voluntad
Mi papel no es otra cosa que hacer que se cumpla en mí la voluntad del Padre Celestial, aunque esa Voluntad para conmigo parezca y sea muchas veces tan dura
No hago sino tratar de realizar en mi lo que la Divina Providencia disponga... Yo pienso que una sola vez se ama en la vida. Porque amor es darse, prodigarse...
Padre, acepta para tu gloria la entrega total de mi ser en unión con el perfecto holocausto de tu divino Hijo. En El, por El y con El quiero vivir, amar, creer, sufrir, y morir. Elijo su Corazón como lugar de mis eterna morada.

Se acostumbró a repetir una breve jaculatoria:
Yo te doy gracias, mi Dios, y quisiera poder en todo y siempre decir: ¡Si, Padre!, conformando a Tu divina Voluntad mi pequeña voluntad.

De la Química aprendió a hacer una fórmula a modo de lema:
T2OS: Todo te ofrezco, Señor.

"¿Donde podré darme, Jesús, sin medida?"
...En este momento, en que como nunca, con un ardor inigualable, quisiera darme, darme, Jesús, Maestro amado, sin medida, Esposo de mi alma, Tú que conoces mis ansias de apostolado, de celo por la salvación de las almas, ayúdame que sepa donde quieres la consagración integral de todo mi ser..."
¿Cual será mi lugar en esta entrega total? Cuánta sed tengo de esa entrega y hay tantas cosas por delante. He procurado en todo momento, Jesús mío, encontrar tu voluntad y de acuerdo a ella actuar.
Estoy dando todo lo que soy... y entonces es cuando con ansiedad inmensa quisiera estar ya en mi lugar definitivo, libre de todas las cosas que nos atan y vivir la plenitud de una vida integralmente ofrecida.

Ansias del Amor Infinito
Que mi vida naufrague en el mar infinito de su amor.
Dame, Señor, fuerzas suficientes y sobre todo sublima cada día más y más este amor. ¡Purifica mis ansias, mis anhelos, Señor! y haz que este ardor de mi corazón se trueque en una sed intensa de unión contigo, Dueño amado de las almas, de intenso renunciamiento. Vivir solo para Tí, por Tí y en Tí.
Si es necesario, Señor, arranca mi corazón, lo que tu quieras, si ya no es mío. ¡Toma, Señor, que es tuyo este pobre corazón!
¡Tengo sed de su amor! Un ansia extraña de entrega total, de inmolación silenciosa y escondida.

MARIA FELICIA DE JESUS SACRAMENTADO


viernes, 17 de abril de 2009

EL PADRE PIO Y LOS ANGELES DE LA GUARDA


Un italo-americano que vivió en California, a menudo comentaba a su Ángel de la guarda, que por piedad le refiriera un recado importante al Padre Pío; un día, después de la confesión, le habló en la iglesia al Padre Pío; y le preguntó que si su Angel de la guarda le había confiado el recado, y le comentara ciertamente lo que el ángel le dijo: - el Padre Pío le contestó - ¿tú crees que yo soy "sordo"? Y el Padre Pío le repitió lo que pocos días antes le dijo a su Ángel de la Guarda.
El Padre Lino contó. Estaba rogando a mi Ángel de la guarda para que interviniera y le hablara al Padre Pío en favor de una señora que estuvo muy mal. Pero me pareció que las cosas no cambiaron para nada. Encontré al Padre Pío, y le dije: Padre he rogado a mi Ángel de la guarda, para qué te encomendara a aquella señora, ¿es posible que no lo haya hecho? …” ¿Y tú qué cosa crees, que sea desobediente como tú y yo?”
El Padre Eusebio contó. Estaba viajando a Londres en avión, contra el consejo del Padre Pío que no quiso que yo usara este medio de transporte. Mientras sobrevolamos el canal de la Mancha una violenta tempestad atacó el avión, y nos encontrábamos en grave peligro. Entre el terror general yo recité el acto de contrición y, no sabiendo que otra cosa hacer, le mandé al Padre Pío a mi Ángel de la guarda, suplicándole ayuda urgente. De regreso a San Giovanni Rotondo fui a ver al Padre Pío. "Chico" - me dijo - "¿Como estás?” “¿Ha quedado bien todo?” ¿- "Padre, le dije; estuve a punto de morir" - "Y entonces por qué no obedeces?”- "Pero yo le he mandado al Ángel de la guarda"... - ¡Y menos mal que ha llegado "a tiempo"!
Un abogado de Fano, Italia, estaba regresando a su casa en Bolonia, Italia. Él estaba conduciendo su vehículo que era un modelo FIAT 1100. En el vehículo se encontraban su mujer y sus dos hijos. En algún momento, sintiéndose cansado, el abogado debió ser reemplazado del volante por su hijo mayor, Guido, el cual se encontraba durmiendo. Después de algunos kilómetros, en las cercanías de San Lázaro, también el hijo se durmió. Cuando se despertó, se dio cuenta de encontrarse a un par de kilómetros de la población de Imola. Asustado él gritó: "¿quién ha conducido el carro? ¿Les ha ocurrido algo?... - No - le contestaron todos. El hijo mayor, se despertó y dijo haber dormido intensamente. La mujer y el hijo menor, incrédulo y maravillado, dijeron de haber constatado un modo de conducir diferente de lo usual: a veces el coche estuvo a punto de chocar contra otros vehículos pero a última hora, los evitó con maniobras perfectas. También la manera de hacer las curvas era diferente. "Sobre todo" dijo la mujer no nos ha golpeado "el hecho que tú te has quedado inmóvil por mucho tiempo, y ya no has contestado a nuestras preguntas... "; dijo el marido: "Yo no pude contestar porque me dormí. Yo me quedé dormido por quince kilómetros. No he visto y no he sentido nada por qué me dormí.... Pero ¿quién ha conducido el automóvil? ¿Quién ha impedido los accidentes?”... Después de un par de meses el abogado fuè a San Giovanni Rotondo y el Padre Pío, en cuanto lo viô, apoyándose en su hombro, le dijo: "Tú te quedaste dormido y el Ángel de la guarda te condujo el vehículo". El misterio fue revelado.

Una hija espiritual del Padre Pío estaba dirigiéndose al convento, caminando por el campo. El Padre Pío la esperó en el Convento de los Capuchinos. Era en tiempo de invierno y nevaba. Los grandes copos de nieve que cayeron, hicieron más difícil el camino. A lo largo de la calle, totalmente nevada, la señora tuvo la certeza de que no llegaría a tiempo a la cita con el fraile. Llena de fe, en su Ángel de la guarda, le suplicó que avisara al Padre Pío que había llegado al convento con notable retraso a causa del mal tiempo. Llegando al convento pudo constatar con enorme alegría que el fraile la esperó detrás a una ventana, de dónde, sonriendo, la saludó.
A menudo el Padre Pío se encontraba de pié en la Sacristía y saludaba a algún amigo o a sus hijos espirituales dándole algún beso. Y un hombre comentó que debía de darse su puesto de hombre sin repartir besos, nada más que la bendición, y para asombro de él mismo el 24 de diciembre de 1958 se encontraba de rodillas, a los pies del Padre Pío suplicándole que lo confesara. Al terminar la confesión lo miró y, mientras el corazón le palpitaba fuertemente por la emoción, le preguntó al Padre Pío "¿Padre, hoy es Navidad, puedo darle las enhorabuenas dándoos un beso? Y él, con una dulzura que no se puede describir con la pluma pero solamente imaginar, me sonríe y dice: "Adelante, hijo mío, no perdamos más tiempo". También él me abrazó. Lo besé y como un pájaro, alegre, emprendí el vuelo hacia la salida lleno de delicias celestiales. ¿Y que decir de los golpes sobre la cabeza? Esa vez, antes partir de San Giovanni Rotondo, deseé una señal particular de predilección. Su bendición no fuè suficiente. Yo también quise como dos pequeñas bofetadas sobre la cabeza dos paternales caricias. Tengo que subrayar que nunca él me hizo carecer de lo que yo como un niño, quise recibir de él. Una mañana, hubieron muchas personas en la Sacristía de la iglesia pequeña y mientras el Padre Vincenzo en voz alta exhortó, con su usual severidad, diciendo: "¡no empujáis... no apretáis las manos del Padre... os hacéis atrás"! Yo me desalenté y pensé: "Partiré, y esta vez no tendré los golpes sobre la cabeza". No quise presentarme y rogué a mi Ángel de la guarda fuera mi mensajero y le dijera al Padre Pío estas palabras: "Padre, yo parto, deseo la bendición y los dos golpes sobre la cabeza, como siempre. Uno por mí y otro por mi mujer". "Hacéis alarde, hacéis alarde", el padre Vincenzo todavía le repitió mientras el Padre Pío empezó a caminar. Sentí una gran ansiedad. Lo miré tristemente. Y he aquí, él se acerca, me sonríe y una vez más me dìò dos palmaditas sobre la cabeza y también me hizo el honor de extenderme su mano, la cual pude besar.
Una mujer se sentó en la plaza de la iglesia de los Capuchinos. La Iglesia estaba cerrada, pues ya era tarde. La mujer rogó con el pensamiento, y repitió con el corazón: "¡Padre Pío, ayúdeme! De esa manera rogó y su ángel guardián habló al Padre Pío, ve pronto a ayudarla o de otro modo su hermana muere! “De la ventana, la señora oyó la voz del Padre: "¿Quién me llama a esta hora? ¿Qué sucede? La mujer le dijo al Padre Pío que la hermana estaba enferma, y el Padre Pío se trasladó en bilocación y curó a la enferma.
Un hombre le dijo al Padre Pío: Yo no puedo venir siempre a donde UD., pues, mi sueldo no me permite efectuar viajes largos - el Padre Pío contestó: "¿Y quién te ha dicho de venir aquí? ¿No tienes tu Ángel de la guarda? Le dices a tu ángel que cosa quieres, lo mandas acá, y recibirás la respuesta."
Cuándo el Padre Pío era un joven sacerdote le escribió a su confesor: " por la noche, cuando los ojos están a punto de cerrarse, veo el Paraíso que se abre delante de mí. Y yo, me siendo tan feliz por esta visión, que duermo con una sonrisa de dulce beatitud sobre los labios y con una perfecta calma sobre la frente, esperando que el pequeño compañero de mi infancia venga a despertarme para cantar juntos las alabanzas matutinas al Querido y gran amor de nuestros corazones."
El Padre Alessio un día se acercó al Padre Pío con algunas de las cartas en la mano para preguntarle algunos consejos; pero el Padre Pío contestó bruscamente: "¿Chico, no ves que tengo que hacer? Déjame en paz". El Padre Alessio quedó mal y se marchó avergonzado. El Padre Pío acudió poco tiempo después, lo llamó y le dijo: ¿No has visto todos aquellos Ángeles que estuvieron aquí alrededor de mí? Fueron Ángeles de la guarda de mis hijos espirituales que vinieron a traerme sus mensajes. Tuve que darles las respuestas rápidamente."
Un médico le preguntó a Padre Pío: "Muchos Ángeles siempre están cerca de ella. ¿No le molesta? - el Padre contestó con sencillez - "No, son tan obedientes."
A una persona dijo: "Por tu mamá rogaremos, para que el Ángel de la guarda les haga compañía"
Uno de los hijos espirituales del Padre dijo en una oportunidad: "Parece que el Padre es tan Piadoso que escucha siempre los que lo llaman. Una tarde, muchas personas que apenas le llegaron a San Giovanni Rotondo, hablaron del Padre Pío. Ingenuamente enumeraron las gracias que quisieron preguntarle y preguntaron a sus Ángeles de la guarda si podían llevar los mensajes al Padre Pío. Al día siguiente, después de la Misa, el Padre Pío los regañó justamente: “¡Bribones! ¡Tampoco por la noche me dejan tranquilo!”, la sonrisa desmintió las palabras. Ellos entendieron que el Fraile les habría atendido.
¿Pero vos, Padre, oíd lo que el ángel os dice? Una persona preguntó. Y Padre Pío: "¿Y tú que cosa crees, que Él sea desobediente como tú? Mándame a tu Ángel de la guarda.

"Es inútil que me escribas, porque no puedo contestar. Mándame al ángel, siempre. Pensaré en todo”.
“El ángel me ha referido de las frases que me han hecho comprender tu desconfianza”.
“Invoca a tu Ángel de la guarda, que te iluminará y te conducirá por el camino verdadero a Dios. Es Dios el que te lo ha puesto, cercano está de ti; por tanto debes valerte de él”.
“Y si la misión de nuestro Ángel de la guarda es grande, aquel del mío es ciertamente más grande, considerado que él como un maestro, tienen que explicarme las otras idiomas”.
“Manda el Ángel de la guarda que no paga el tren y no consume los zapatos”.

"Para las personas que están solas, hay el Ángel de la guarda."

PADRE PIO, GRACIAS

BREVE BIOGRAFÍA:

Heredero espiritual de San Francisco de Asís, el Padre Pío de Pietrelcina ha sido el primer sacerdote en llevar impreso sobre su cuerpo las señales de la crucifixión. Él ya fue conocido en el mundo como el "Fraile" estigmatizado. El Padre Pío, al que Dios donó particulares carismas, se empeñó con todas sus fuerzas por la salvación de las almas. Los muchos testimonios sobre su gran santidad de Fraile, llegan hasta nuestros días, acompañados por sentimientos de gratitud. Sus intercesiones providenciales cerca de Dios fueron para muchos hombres causa de sanaciòn en el cuerpo y motivo de renacimiento en el Espíritu.
El Padre Pío de Pietrelcina que se llamó Francesco Forgione, nació en Pietrelcina, en un pequeño pueblo de la provincia de Benevento, el 25 de mayo de 1887. Nació en una familia humilde donde el papá Grazio Forgione y la mamá Maria Giuseppa Di Nunzio ya tenían otros hijos.

Desde la tierna edad Francesco experimentó en sí el deseo de consagrarse totalmente a Dios y este deseo lo distinguiera de sus coetáneos. Tal "diversidad" fue observada de sus parientes y de sus amigos. Mamá Peppa contó - "no cometió nunca ninguna falta, no hizo caprichos, siempre obedeció a mí y a su padre, cada mañana y cada tarde iba a la iglesia a visitar a Jesús y a la Virgen. Durante el día no salió nunca con los compañeros. A veces le dije: "Francì sal un poco a jugar. Él se negó diciendo: no quiero ir porque ellos blasfeman". Del diario del Padre Agostino de San Marco en Lamis, quien fue uno de los directores espirituales del Padre Pío, se enteró de que el Padre Pío, desde el 1892, cuando apenas tenía cinco años, ya vivió sus primeras experiencias carismáticas espirituales. Los Éxtasis y las apariciones fueron tan frecuentes que al niño le pareció que eran absolutamente normales.
Con el pasar del tiempo, pudo realizarse para Francesco lo que fue el más grande de sus sueños: consagrar totalmente la vida a Dios. El 6 de enero de 1903, a los dieciséis años, entró como clérigo en la orden de los Capuchinos. Fue ordenado sacerdote en la Catedral de Benevento, el 10 de agosto de 1910. Tuvo así inicio su vida sacerdotal que a causa de sus precarias condiciones de salud, se desarrollará primero en muchos conventos de la provincia de Benevento. Estuvo en varios conventos por motivo de salud, luego, a partir del 4 de septiembre de 1916 llegó al convento de San Giovanni Rotondo, sobre el Gargano, dónde se quedó hasta el 23 de septiembre de 1968, día de su sentida muerte.
En este largo período el Padre Pío iniciaba sus días despertándose por la noche, muy antes del alba, se dedicaba a la oración con gran fervor aprovechando la soledad y silencio de la noche. Visitaba diariamente por largas horas a Jesús Sacramentado, preparándose para la Santa Misa, y de allí siempre sacó las fuerzas necesarias, para su gran labor para con las almas, al acercarlas a Dios en el Sacramento Santo de la Confesión, confesaba por largas horas, hasta 14 horas diarias, y así salvó muchas almas.

Uno de los acontecimientos que señaló intensamente la vida del Padre Pío fuè lo que se averiguó la mañana del 20 de septiembre de 1918, cuando, rogando delante del Crucifijo del coro de la vieja iglesia pequeña, el Padre Pío tuvo el maravilloso regalo de los estigmas. Los estigmas o las heridas fueron visibles y quedaron abiertas, frescas y sangrantes, por medio siglo. Este fenómeno extraordinario volvió a llamar, sobre el Padre Pío la atención de los médicos, de los estudiosos, de los periodistas pero sobre todo de la gente común que, en el curso de muchas décadas fueron a San Giovanni Rotondo para encontrar al santo fraile.

En una carta al Padre Benedetto, del 22 de octubre de 1918, el Padre Pío cuenta su "crucifixión": “¿Qué cosa os puedo decir a los que me han preguntado como es que ha ocurrido mi crucifixión? ¡Mi Dios que confusión y que humillación yo tengo el deber de manifestar lo que Tú has obrado en esta tu mezquina criatura!

Fue la mañana del 20 del pasado mes (septiembre) en coro, después de la celebración de la Santa Misa, cuando fui sorprendido por el descanso en el espíritu, parecido a un dulce sueño. Todos los sentidos interiores y exteriores, además de las mismas facultades del alma, se encontraron en una quietud indescriptible. En todo esto hubo un total silencio alrededor de mí y dentro de mí; sentí enseguida una gran paz y un abandono en la completa privación de todo y una disposición en la misma rutina.
Todo esto ocurrió en un instante. Y mientras esto se desarrolló; yo vi delante de mí un misterioso personaje parecido a aquél visto en la tarde del 5 de agosto. Éste era diferente del primero, porque tenía las manos, los pies y el costado que emanaban sangre. La visión me aterrorizaba; lo que sentí en aquel instante en mí; no sabría decirlo. Me sentí morir y habría muerto, si Dios no hubiera intervenido a sustentar mi corazón, el que me lo sentí saltar del pecho.
La vista del personaje desapareció, y me percaté de que mis manos, pies y costado fueron horadados y chorreaban sangre. Imagináis el suplicio que experimenté entonces y que voy experimentando continuamente casi todos los días. La herida del corazón asiduamente sangra, comienza el jueves por la tarde hasta al sábado. Mi padre, yo muero de dolor por el suplicio y por la confusión que yo experimento en lo más íntimo del alma. Temo morir desangrado, si Dios no escucha los gemidos de mi pobre corazón, y tenga piedad para retirar de mí esta situación....”

Por años, de cada parte del mundo, los fieles fueron a este sacerdote estigmatizado, para conseguir su potente intercesión cerca de Dios. Cincuenta años experimentados en la oración, en la humildad, en el sufrimiento y en el sacrificio, dónde para actuar su amor, el Padre Pío realizó dos iniciativas en dos direcciones: un vertical hacia Dios, con la fundación de los "Grupos de ruego", hoy llamados “grupos de oración” y la otra horizontal hacia los hermanos, con la construcción de un moderno hospital: "Casa Alivio del Sufrimiento."

En septiembre los 1968 millares de devotos e hijos espirituales del Padre Pío se reunieron en un congreso en San Giovanni Rotondo para conmemorar juntos el 50° aniversario de los estigmas aparecidos en el Padre Pío y para celebrar el cuarto congreso internacional de los Grupos de Oración. Nadie habría imaginado que a las 2.30 de la madrugada del 23 de septiembre de 1968, sería el doloroso final de la vida terrena del Padre Pío de Pietrelcina. De este maravilloso fraile, escogido por Dios para derramar su Divina Misericordia de una manera tan especial.

RUEGA POR NOSOTROS PADRE PÍO!

QUERÍA AGRADECER AL PADRE PIÓ POR MEDIO DE ESTA PUBLICACIÓN.

EN LA SEMANA SANTA TUVE UN TERRIBLE COMBATE ESPIRITUAL EN EL CUAL ME SENTÍA TOTALMENTE VENCIDA, COMO SI ESTUVIERA EN UN POZO TAN HONDO QUE ME ERA IMPOSIBLE DE SALIR. EN ESA SEMANA VÍ LA PELÍCULA DE PÍO.

DÍAS DESPUÉS TUVE UN SUEÑO CON EL.

EL ESTABA EN UNA ASAMBLEA DE JÓVENES EN LA QUE YO ESTABA PRESENTE, ME TRATABA DE ACERCAR A ÉL PARA BESAR SUS LLAGAS, PERO NO PODÍA DADA LA CANTIDAD DE PERSONAS QUE LO RODEABAN PERO NO LO VEÍAN, YO ERA LA ÚNICA .

UNA VEZ QUE ME PUDE ACERCAR VI LAS LLAGAS DE SUS PIES, LAS DE LAS MANOS NO PODÍA POR QUE LAS TENIA TAPADAS CON LOS GUANTECILLOS QUE USABA. ME QUEDE ABSORTA, SOLO MIRABA... NO PODÍA HACER MAS QUE CONTEMPLAR LOS ESTIGMAS...

DESPUÉS MI SUEÑO SIGUE QUE YO SUBÍ A UN COLECTIVO, ME SENTÍA TAN MAL, COMO SI ME HUNDIERA EN FANGO, DE PRONTO LO VEO AL PADRE PÍO EN LA PARADA DE COLECTIVO DONDE YO ESTABA, MIRANDO PARA OTRO LADO. ME DI CUENTA QUE EL HABÍA ESTADO A MI LADO TODO EL TIEMPO MIENTRAS YO ESPERABA, SOLO QUE YO NO LO VÍ...

YO LO MIRABA POR LA VENTANILLA MIENTRAS EL COLECTIVO SE ALEJABA LENTAMENTE, Y EN MI DESESPERACIÓN POR PEDIRLE AYUDA LE HABLE EN MI CORAZÓN DICIÉNDOLE: "PADRE PIÓ, ORE POR MI" , DE REPENTE VEO QUE EL SE DA VUELTA Y ME MIRA, COMO SI ME HUBIERA ESCUCHADO...

QUE HERMOSA SEÑAL, YO LA CONSIDERO TAL, SON DE ESOS SUEÑOS QUE TE DEJAN LA SENSACION DE SER UNA DULCE CARICIA DE DIOS. INEXPLICABLES AQUI EN LA TIERRA...

EL PADRE REALMENTE ATENDIÓ MIS ORACIONES, ME HE SENTIDO CON EL ESPÍRITU FUERTE OTRA VEZ...

GRACIAS PADRE, GUÍEME EN LAS CONFECIONES PARA REALIZARLAS REALMENTE BIEN.

AMEN.

ENTREGA TOTAL AL SEÑOR


SANTA CATALINA DE SIENA, SU POSTURA LO DICE TODO, QUE AL ORAR TODOS LOS
DIAS EN NUESTRO CUARTO NOS ENTREGUEMOS DE ESTA FORMA AL SEÑOR