viernes, 17 de abril de 2009

EL PADRE PIO Y LOS ANGELES DE LA GUARDA


Un italo-americano que vivió en California, a menudo comentaba a su Ángel de la guarda, que por piedad le refiriera un recado importante al Padre Pío; un día, después de la confesión, le habló en la iglesia al Padre Pío; y le preguntó que si su Angel de la guarda le había confiado el recado, y le comentara ciertamente lo que el ángel le dijo: - el Padre Pío le contestó - ¿tú crees que yo soy "sordo"? Y el Padre Pío le repitió lo que pocos días antes le dijo a su Ángel de la Guarda.
El Padre Lino contó. Estaba rogando a mi Ángel de la guarda para que interviniera y le hablara al Padre Pío en favor de una señora que estuvo muy mal. Pero me pareció que las cosas no cambiaron para nada. Encontré al Padre Pío, y le dije: Padre he rogado a mi Ángel de la guarda, para qué te encomendara a aquella señora, ¿es posible que no lo haya hecho? …” ¿Y tú qué cosa crees, que sea desobediente como tú y yo?”
El Padre Eusebio contó. Estaba viajando a Londres en avión, contra el consejo del Padre Pío que no quiso que yo usara este medio de transporte. Mientras sobrevolamos el canal de la Mancha una violenta tempestad atacó el avión, y nos encontrábamos en grave peligro. Entre el terror general yo recité el acto de contrición y, no sabiendo que otra cosa hacer, le mandé al Padre Pío a mi Ángel de la guarda, suplicándole ayuda urgente. De regreso a San Giovanni Rotondo fui a ver al Padre Pío. "Chico" - me dijo - "¿Como estás?” “¿Ha quedado bien todo?” ¿- "Padre, le dije; estuve a punto de morir" - "Y entonces por qué no obedeces?”- "Pero yo le he mandado al Ángel de la guarda"... - ¡Y menos mal que ha llegado "a tiempo"!
Un abogado de Fano, Italia, estaba regresando a su casa en Bolonia, Italia. Él estaba conduciendo su vehículo que era un modelo FIAT 1100. En el vehículo se encontraban su mujer y sus dos hijos. En algún momento, sintiéndose cansado, el abogado debió ser reemplazado del volante por su hijo mayor, Guido, el cual se encontraba durmiendo. Después de algunos kilómetros, en las cercanías de San Lázaro, también el hijo se durmió. Cuando se despertó, se dio cuenta de encontrarse a un par de kilómetros de la población de Imola. Asustado él gritó: "¿quién ha conducido el carro? ¿Les ha ocurrido algo?... - No - le contestaron todos. El hijo mayor, se despertó y dijo haber dormido intensamente. La mujer y el hijo menor, incrédulo y maravillado, dijeron de haber constatado un modo de conducir diferente de lo usual: a veces el coche estuvo a punto de chocar contra otros vehículos pero a última hora, los evitó con maniobras perfectas. También la manera de hacer las curvas era diferente. "Sobre todo" dijo la mujer no nos ha golpeado "el hecho que tú te has quedado inmóvil por mucho tiempo, y ya no has contestado a nuestras preguntas... "; dijo el marido: "Yo no pude contestar porque me dormí. Yo me quedé dormido por quince kilómetros. No he visto y no he sentido nada por qué me dormí.... Pero ¿quién ha conducido el automóvil? ¿Quién ha impedido los accidentes?”... Después de un par de meses el abogado fuè a San Giovanni Rotondo y el Padre Pío, en cuanto lo viô, apoyándose en su hombro, le dijo: "Tú te quedaste dormido y el Ángel de la guarda te condujo el vehículo". El misterio fue revelado.

Una hija espiritual del Padre Pío estaba dirigiéndose al convento, caminando por el campo. El Padre Pío la esperó en el Convento de los Capuchinos. Era en tiempo de invierno y nevaba. Los grandes copos de nieve que cayeron, hicieron más difícil el camino. A lo largo de la calle, totalmente nevada, la señora tuvo la certeza de que no llegaría a tiempo a la cita con el fraile. Llena de fe, en su Ángel de la guarda, le suplicó que avisara al Padre Pío que había llegado al convento con notable retraso a causa del mal tiempo. Llegando al convento pudo constatar con enorme alegría que el fraile la esperó detrás a una ventana, de dónde, sonriendo, la saludó.
A menudo el Padre Pío se encontraba de pié en la Sacristía y saludaba a algún amigo o a sus hijos espirituales dándole algún beso. Y un hombre comentó que debía de darse su puesto de hombre sin repartir besos, nada más que la bendición, y para asombro de él mismo el 24 de diciembre de 1958 se encontraba de rodillas, a los pies del Padre Pío suplicándole que lo confesara. Al terminar la confesión lo miró y, mientras el corazón le palpitaba fuertemente por la emoción, le preguntó al Padre Pío "¿Padre, hoy es Navidad, puedo darle las enhorabuenas dándoos un beso? Y él, con una dulzura que no se puede describir con la pluma pero solamente imaginar, me sonríe y dice: "Adelante, hijo mío, no perdamos más tiempo". También él me abrazó. Lo besé y como un pájaro, alegre, emprendí el vuelo hacia la salida lleno de delicias celestiales. ¿Y que decir de los golpes sobre la cabeza? Esa vez, antes partir de San Giovanni Rotondo, deseé una señal particular de predilección. Su bendición no fuè suficiente. Yo también quise como dos pequeñas bofetadas sobre la cabeza dos paternales caricias. Tengo que subrayar que nunca él me hizo carecer de lo que yo como un niño, quise recibir de él. Una mañana, hubieron muchas personas en la Sacristía de la iglesia pequeña y mientras el Padre Vincenzo en voz alta exhortó, con su usual severidad, diciendo: "¡no empujáis... no apretáis las manos del Padre... os hacéis atrás"! Yo me desalenté y pensé: "Partiré, y esta vez no tendré los golpes sobre la cabeza". No quise presentarme y rogué a mi Ángel de la guarda fuera mi mensajero y le dijera al Padre Pío estas palabras: "Padre, yo parto, deseo la bendición y los dos golpes sobre la cabeza, como siempre. Uno por mí y otro por mi mujer". "Hacéis alarde, hacéis alarde", el padre Vincenzo todavía le repitió mientras el Padre Pío empezó a caminar. Sentí una gran ansiedad. Lo miré tristemente. Y he aquí, él se acerca, me sonríe y una vez más me dìò dos palmaditas sobre la cabeza y también me hizo el honor de extenderme su mano, la cual pude besar.
Una mujer se sentó en la plaza de la iglesia de los Capuchinos. La Iglesia estaba cerrada, pues ya era tarde. La mujer rogó con el pensamiento, y repitió con el corazón: "¡Padre Pío, ayúdeme! De esa manera rogó y su ángel guardián habló al Padre Pío, ve pronto a ayudarla o de otro modo su hermana muere! “De la ventana, la señora oyó la voz del Padre: "¿Quién me llama a esta hora? ¿Qué sucede? La mujer le dijo al Padre Pío que la hermana estaba enferma, y el Padre Pío se trasladó en bilocación y curó a la enferma.
Un hombre le dijo al Padre Pío: Yo no puedo venir siempre a donde UD., pues, mi sueldo no me permite efectuar viajes largos - el Padre Pío contestó: "¿Y quién te ha dicho de venir aquí? ¿No tienes tu Ángel de la guarda? Le dices a tu ángel que cosa quieres, lo mandas acá, y recibirás la respuesta."
Cuándo el Padre Pío era un joven sacerdote le escribió a su confesor: " por la noche, cuando los ojos están a punto de cerrarse, veo el Paraíso que se abre delante de mí. Y yo, me siendo tan feliz por esta visión, que duermo con una sonrisa de dulce beatitud sobre los labios y con una perfecta calma sobre la frente, esperando que el pequeño compañero de mi infancia venga a despertarme para cantar juntos las alabanzas matutinas al Querido y gran amor de nuestros corazones."
El Padre Alessio un día se acercó al Padre Pío con algunas de las cartas en la mano para preguntarle algunos consejos; pero el Padre Pío contestó bruscamente: "¿Chico, no ves que tengo que hacer? Déjame en paz". El Padre Alessio quedó mal y se marchó avergonzado. El Padre Pío acudió poco tiempo después, lo llamó y le dijo: ¿No has visto todos aquellos Ángeles que estuvieron aquí alrededor de mí? Fueron Ángeles de la guarda de mis hijos espirituales que vinieron a traerme sus mensajes. Tuve que darles las respuestas rápidamente."
Un médico le preguntó a Padre Pío: "Muchos Ángeles siempre están cerca de ella. ¿No le molesta? - el Padre contestó con sencillez - "No, son tan obedientes."
A una persona dijo: "Por tu mamá rogaremos, para que el Ángel de la guarda les haga compañía"
Uno de los hijos espirituales del Padre dijo en una oportunidad: "Parece que el Padre es tan Piadoso que escucha siempre los que lo llaman. Una tarde, muchas personas que apenas le llegaron a San Giovanni Rotondo, hablaron del Padre Pío. Ingenuamente enumeraron las gracias que quisieron preguntarle y preguntaron a sus Ángeles de la guarda si podían llevar los mensajes al Padre Pío. Al día siguiente, después de la Misa, el Padre Pío los regañó justamente: “¡Bribones! ¡Tampoco por la noche me dejan tranquilo!”, la sonrisa desmintió las palabras. Ellos entendieron que el Fraile les habría atendido.
¿Pero vos, Padre, oíd lo que el ángel os dice? Una persona preguntó. Y Padre Pío: "¿Y tú que cosa crees, que Él sea desobediente como tú? Mándame a tu Ángel de la guarda.

"Es inútil que me escribas, porque no puedo contestar. Mándame al ángel, siempre. Pensaré en todo”.
“El ángel me ha referido de las frases que me han hecho comprender tu desconfianza”.
“Invoca a tu Ángel de la guarda, que te iluminará y te conducirá por el camino verdadero a Dios. Es Dios el que te lo ha puesto, cercano está de ti; por tanto debes valerte de él”.
“Y si la misión de nuestro Ángel de la guarda es grande, aquel del mío es ciertamente más grande, considerado que él como un maestro, tienen que explicarme las otras idiomas”.
“Manda el Ángel de la guarda que no paga el tren y no consume los zapatos”.

"Para las personas que están solas, hay el Ángel de la guarda."

PADRE PIO, GRACIAS

BREVE BIOGRAFÍA:

Heredero espiritual de San Francisco de Asís, el Padre Pío de Pietrelcina ha sido el primer sacerdote en llevar impreso sobre su cuerpo las señales de la crucifixión. Él ya fue conocido en el mundo como el "Fraile" estigmatizado. El Padre Pío, al que Dios donó particulares carismas, se empeñó con todas sus fuerzas por la salvación de las almas. Los muchos testimonios sobre su gran santidad de Fraile, llegan hasta nuestros días, acompañados por sentimientos de gratitud. Sus intercesiones providenciales cerca de Dios fueron para muchos hombres causa de sanaciòn en el cuerpo y motivo de renacimiento en el Espíritu.
El Padre Pío de Pietrelcina que se llamó Francesco Forgione, nació en Pietrelcina, en un pequeño pueblo de la provincia de Benevento, el 25 de mayo de 1887. Nació en una familia humilde donde el papá Grazio Forgione y la mamá Maria Giuseppa Di Nunzio ya tenían otros hijos.

Desde la tierna edad Francesco experimentó en sí el deseo de consagrarse totalmente a Dios y este deseo lo distinguiera de sus coetáneos. Tal "diversidad" fue observada de sus parientes y de sus amigos. Mamá Peppa contó - "no cometió nunca ninguna falta, no hizo caprichos, siempre obedeció a mí y a su padre, cada mañana y cada tarde iba a la iglesia a visitar a Jesús y a la Virgen. Durante el día no salió nunca con los compañeros. A veces le dije: "Francì sal un poco a jugar. Él se negó diciendo: no quiero ir porque ellos blasfeman". Del diario del Padre Agostino de San Marco en Lamis, quien fue uno de los directores espirituales del Padre Pío, se enteró de que el Padre Pío, desde el 1892, cuando apenas tenía cinco años, ya vivió sus primeras experiencias carismáticas espirituales. Los Éxtasis y las apariciones fueron tan frecuentes que al niño le pareció que eran absolutamente normales.
Con el pasar del tiempo, pudo realizarse para Francesco lo que fue el más grande de sus sueños: consagrar totalmente la vida a Dios. El 6 de enero de 1903, a los dieciséis años, entró como clérigo en la orden de los Capuchinos. Fue ordenado sacerdote en la Catedral de Benevento, el 10 de agosto de 1910. Tuvo así inicio su vida sacerdotal que a causa de sus precarias condiciones de salud, se desarrollará primero en muchos conventos de la provincia de Benevento. Estuvo en varios conventos por motivo de salud, luego, a partir del 4 de septiembre de 1916 llegó al convento de San Giovanni Rotondo, sobre el Gargano, dónde se quedó hasta el 23 de septiembre de 1968, día de su sentida muerte.
En este largo período el Padre Pío iniciaba sus días despertándose por la noche, muy antes del alba, se dedicaba a la oración con gran fervor aprovechando la soledad y silencio de la noche. Visitaba diariamente por largas horas a Jesús Sacramentado, preparándose para la Santa Misa, y de allí siempre sacó las fuerzas necesarias, para su gran labor para con las almas, al acercarlas a Dios en el Sacramento Santo de la Confesión, confesaba por largas horas, hasta 14 horas diarias, y así salvó muchas almas.

Uno de los acontecimientos que señaló intensamente la vida del Padre Pío fuè lo que se averiguó la mañana del 20 de septiembre de 1918, cuando, rogando delante del Crucifijo del coro de la vieja iglesia pequeña, el Padre Pío tuvo el maravilloso regalo de los estigmas. Los estigmas o las heridas fueron visibles y quedaron abiertas, frescas y sangrantes, por medio siglo. Este fenómeno extraordinario volvió a llamar, sobre el Padre Pío la atención de los médicos, de los estudiosos, de los periodistas pero sobre todo de la gente común que, en el curso de muchas décadas fueron a San Giovanni Rotondo para encontrar al santo fraile.

En una carta al Padre Benedetto, del 22 de octubre de 1918, el Padre Pío cuenta su "crucifixión": “¿Qué cosa os puedo decir a los que me han preguntado como es que ha ocurrido mi crucifixión? ¡Mi Dios que confusión y que humillación yo tengo el deber de manifestar lo que Tú has obrado en esta tu mezquina criatura!

Fue la mañana del 20 del pasado mes (septiembre) en coro, después de la celebración de la Santa Misa, cuando fui sorprendido por el descanso en el espíritu, parecido a un dulce sueño. Todos los sentidos interiores y exteriores, además de las mismas facultades del alma, se encontraron en una quietud indescriptible. En todo esto hubo un total silencio alrededor de mí y dentro de mí; sentí enseguida una gran paz y un abandono en la completa privación de todo y una disposición en la misma rutina.
Todo esto ocurrió en un instante. Y mientras esto se desarrolló; yo vi delante de mí un misterioso personaje parecido a aquél visto en la tarde del 5 de agosto. Éste era diferente del primero, porque tenía las manos, los pies y el costado que emanaban sangre. La visión me aterrorizaba; lo que sentí en aquel instante en mí; no sabría decirlo. Me sentí morir y habría muerto, si Dios no hubiera intervenido a sustentar mi corazón, el que me lo sentí saltar del pecho.
La vista del personaje desapareció, y me percaté de que mis manos, pies y costado fueron horadados y chorreaban sangre. Imagináis el suplicio que experimenté entonces y que voy experimentando continuamente casi todos los días. La herida del corazón asiduamente sangra, comienza el jueves por la tarde hasta al sábado. Mi padre, yo muero de dolor por el suplicio y por la confusión que yo experimento en lo más íntimo del alma. Temo morir desangrado, si Dios no escucha los gemidos de mi pobre corazón, y tenga piedad para retirar de mí esta situación....”

Por años, de cada parte del mundo, los fieles fueron a este sacerdote estigmatizado, para conseguir su potente intercesión cerca de Dios. Cincuenta años experimentados en la oración, en la humildad, en el sufrimiento y en el sacrificio, dónde para actuar su amor, el Padre Pío realizó dos iniciativas en dos direcciones: un vertical hacia Dios, con la fundación de los "Grupos de ruego", hoy llamados “grupos de oración” y la otra horizontal hacia los hermanos, con la construcción de un moderno hospital: "Casa Alivio del Sufrimiento."

En septiembre los 1968 millares de devotos e hijos espirituales del Padre Pío se reunieron en un congreso en San Giovanni Rotondo para conmemorar juntos el 50° aniversario de los estigmas aparecidos en el Padre Pío y para celebrar el cuarto congreso internacional de los Grupos de Oración. Nadie habría imaginado que a las 2.30 de la madrugada del 23 de septiembre de 1968, sería el doloroso final de la vida terrena del Padre Pío de Pietrelcina. De este maravilloso fraile, escogido por Dios para derramar su Divina Misericordia de una manera tan especial.

RUEGA POR NOSOTROS PADRE PÍO!

QUERÍA AGRADECER AL PADRE PIÓ POR MEDIO DE ESTA PUBLICACIÓN.

EN LA SEMANA SANTA TUVE UN TERRIBLE COMBATE ESPIRITUAL EN EL CUAL ME SENTÍA TOTALMENTE VENCIDA, COMO SI ESTUVIERA EN UN POZO TAN HONDO QUE ME ERA IMPOSIBLE DE SALIR. EN ESA SEMANA VÍ LA PELÍCULA DE PÍO.

DÍAS DESPUÉS TUVE UN SUEÑO CON EL.

EL ESTABA EN UNA ASAMBLEA DE JÓVENES EN LA QUE YO ESTABA PRESENTE, ME TRATABA DE ACERCAR A ÉL PARA BESAR SUS LLAGAS, PERO NO PODÍA DADA LA CANTIDAD DE PERSONAS QUE LO RODEABAN PERO NO LO VEÍAN, YO ERA LA ÚNICA .

UNA VEZ QUE ME PUDE ACERCAR VI LAS LLAGAS DE SUS PIES, LAS DE LAS MANOS NO PODÍA POR QUE LAS TENIA TAPADAS CON LOS GUANTECILLOS QUE USABA. ME QUEDE ABSORTA, SOLO MIRABA... NO PODÍA HACER MAS QUE CONTEMPLAR LOS ESTIGMAS...

DESPUÉS MI SUEÑO SIGUE QUE YO SUBÍ A UN COLECTIVO, ME SENTÍA TAN MAL, COMO SI ME HUNDIERA EN FANGO, DE PRONTO LO VEO AL PADRE PÍO EN LA PARADA DE COLECTIVO DONDE YO ESTABA, MIRANDO PARA OTRO LADO. ME DI CUENTA QUE EL HABÍA ESTADO A MI LADO TODO EL TIEMPO MIENTRAS YO ESPERABA, SOLO QUE YO NO LO VÍ...

YO LO MIRABA POR LA VENTANILLA MIENTRAS EL COLECTIVO SE ALEJABA LENTAMENTE, Y EN MI DESESPERACIÓN POR PEDIRLE AYUDA LE HABLE EN MI CORAZÓN DICIÉNDOLE: "PADRE PIÓ, ORE POR MI" , DE REPENTE VEO QUE EL SE DA VUELTA Y ME MIRA, COMO SI ME HUBIERA ESCUCHADO...

QUE HERMOSA SEÑAL, YO LA CONSIDERO TAL, SON DE ESOS SUEÑOS QUE TE DEJAN LA SENSACION DE SER UNA DULCE CARICIA DE DIOS. INEXPLICABLES AQUI EN LA TIERRA...

EL PADRE REALMENTE ATENDIÓ MIS ORACIONES, ME HE SENTIDO CON EL ESPÍRITU FUERTE OTRA VEZ...

GRACIAS PADRE, GUÍEME EN LAS CONFECIONES PARA REALIZARLAS REALMENTE BIEN.

AMEN.

ENTREGA TOTAL AL SEÑOR


SANTA CATALINA DE SIENA, SU POSTURA LO DICE TODO, QUE AL ORAR TODOS LOS
DIAS EN NUESTRO CUARTO NOS ENTREGUEMOS DE ESTA FORMA AL SEÑOR

jueves, 16 de abril de 2009

AGONIA Y MUERTE DE SANTA TERESITA



ÚLTIMAS PALABRAS DE SOR TERESA DEL NIÑO JESÚS RECOGIDAS POR SOR MARÍA DEL SAGRADO CORAZÓN

8 de julio
1 Le dije, a propósito de una novicia que la cansaba mucho: «¡Menudo combate el que tienes con ella! ¿Te da miedo?». Un soldado nunca tiene miedo al combate, y yo soy un soldado. (Después de haber reprendido a la novicia:) ¿No he dicho que moriré con las armas en la mano <1>? 2 El «Ladrón» <2> está muy lejos, ¡se ha ido a robar a otros niños! 3 Estamos a 8 de julio, y el 9 de junio yo veía al Ladrón. Si es así como actúa, no está a punto de robarme... 4 Me han puesto en «la cama de la mala suerte», en una cama que te hace perder el tren. Aludía a la madre Genoveva, que en aquella misma cama había recibido por tres veces la Unción de los Enfermos.
9 de julio
Después de la visita del médico, que la había encontrado mejor. ¡El «Ladrón» se ha vuelto a marchar! ¡Que sea lo que Dios quiera!
12 de julio
Si tuvieras que empezar a vivir otra vez, ¿qué harías? Haría lo mismo que he hecho <3>.
13 de julio
1 ¡Si supieras cuántos proyectos he hecho y cuántas cosas haré cuando esté en el cielo...! Comenzaré mi misión <4>... ¿Y cuáles son tus proyectos? Los proyectos de volver al lado de mis hermanitas, y de irme allá lejos a ayudar a los misioneros, y además el de impedir que los niños salvajes mueran sin bautizar. 2 Le decía yo que, cuando ella se fuera, yo ya no tendría ánimos, a mi parecer, para dirigir a nadie una palabra, que caería en un estado de depresión. Eso no está de acuerdo con la ley evangélica. Hay que hacerse todo a todos. 3 ¡Alégrate, pronto te verás libre de los trabajos de la vida! ¿Yo, un soldado tan valiente? 4 ¿Y que tendrá que hacer tu madrinita? Elevarse por encima de todo lo que dicen las hermanas y de todo lo que hacen. Tendrás que vivir como si no estuvieras en el monasterio, como si no tuvieras que pasar aquí más que dos días. Si fuera así, te guardarías muy bien de decir lo que te desagrada, ya que tendrías que dejarlo. (Como estaba terminando de escribir estas palabras mientras tocaban para la Salve:) Sería mejor, muchísimo mejor, perderte eso, y ser fiel al toque de la campana. ¡Si supierais qué importante es esto!
16 de julio
Si Dios me dijese: "Si mueres ahora mismo, tendrás una gloria muy grande, pero si mueres a los 80 años tu gloria será mucho menor pero a mí me gustará mucho más", no vacilaría en contestarle: Dios mío, quiero morir a los 80 años, pues no busco mi gloria sino complacerte a ti. Los grandes santos trabajaron por la gloria de Dios, pero yo, que no soy más que un alma pequeñita, sólo trabajo por complacerle y por satisfacer sus caprichos, y sería feliz de soportar los mayores sufrimientos -aun cuando él no lo supiera, si eso fuese posible-, y no por darle una gloria pasajera sino únicamente por saber que sólo con ello haría aflorar a su labios una sonrisa <5>.
25 de julio
Inclinándome un poco, veía por la ventana el sol poniente que lanzaba sus últimos rayos sobre la naturaleza, y la cima de los árboles aparecía toda dorada. Y pensé: ¡Qué diferencia entre estar a la sombra o, al contrario, exponerse al sol del amor!...! En este último caso, todo parece dorado. En realidad, yo no lo soy, y dejaría inmediatamente de serlo si me alejase del Amor.
28 de julio
1 Comentábamos que nos costaría mucho perder la recreación por cualquier otra que no fuera ella. Respondió sin pensárselo dos veces: ¡Pues yo me sentiría feliz de hacer lo contrario! ¿No estamos en la tierra para sufrir? Pues entonces, cuanto más sufrimos, más felices somos... Se practica mucho mejor la caridad sirviendo a quien te cae menos simpático <6>. ¡Qué mal sabemos llevar nuestros negocios en la tierra! 2 Le decía: ¡Qué felicidad morir después de haber pasado la vida en el amor! Sí, pero también es necesario no faltar a la caridad con el prójimo.
29 de julio
Yo le decía que una cierta musiquilla de santa Marta le había dado ocasión de merecer. Y me contestó enseguida:¡Nada de merecer! Dar gusto a Dios... Si hubiese atesorado méritos, habría perdido muy pronto la esperanza.
1 de agosto
No sé cómo haré para morir... Pero me abandono totalmente... ¡Que sea lo que Dios quiera!
10 de agosto
Le decía: ¡Con todo lo que he pedido que no sufras mucho, y estás sufriendo tanto! Me contestó: Le he pedido a Dios que no escuche las oraciones que puedan suponer un obstáculo al cumplimiento de sus designios sobre mí y que haga desaparecer todos los obstáculos que se opongan a ellos.
11 de agosto
¿O sea que no podré desahogarme con la madre Inés de Jesús? Sólo tendrías que hacerlo en el caso en que ella tenga necesidad de consuelo. Tú no debes hablarle nunca buscando tu consuelo mientras no sea ella la priora. Te aseguro que esto es lo yo he hecho siempre. Por ejemplo, nuestra Madre le había dado permiso a ella para hablar conmigo, pero yo no lo tenía, así que no le decía nada sobre mi alma. Creo que precisamente esto es lo que convierte la vida religiosa en un martirio. Sin ello, sería una vida fácil y sin méritos.
15 de agosto
1 El día 13 <8>, antes de recibir la sagrada comunión, se había emocionado mucho con el Confíteor que recitaba la comunidad. Y me dijo: Cuando oía a todas las hermanas decir en mi lugar: Yo confieso a Dios, Padre todopoderoso, a la Bienaventurada Virgen María y a todos los santos, pensaba: Sí, es bueno pedir perdón a todos los santos... No puedo explicar mis sentimientos. Dios me hace sentir así lo pequeña que soy. ¡Y esto me hace tan feliz...! 2 Le decía: Lo que más me duele es pensar que aún vas a sufrir mucho. Pues a mí no, porque Dios me da lo que necesito. 3 Decíamos: "Si Dios la llevase esta noche, se iría sin que nos diésemos cuenta... ¡ ¡Cómo lo sentiríamos! ¡Y a mí que me parecería muy gracioso que hiciera eso! Sería como robarme...
20 de agosto
Nadie sabe lo que es sufrir así... No, hay que pasar por ello... Después de esta misma jornada, de continuos sufrimientos:¡Ved qué bueno es Dios! Hoy no tenía fuerzas para toser, y casi no he tosido. Ahora que estoy un poco mejor, la tos va a empezar de nuevo.
27 de agosto
Le pregunté: ¿Quieres agua helada?Sí, ¡me gustaría tanto...!- Nuestra Madre te ha mandado pedir todo lo que necesites. Hazlo por obediencia.- Ya pido todo lo que necesito.- ¿Y no lo que te gusta?- No, sólo lo que necesito. Por eso, si no tengo uvas no las pediré.- Un poco después de haber bebido, seguía mirando el vaso de agua. Yo le dije: Bebe un poco.- No, no tengo la lengua seca <9>.- Cuando pienso que, estando tan enferma como estás, todavía encuentras la manera de mortificarte...- ¡Y qué quieres! Si me escuchase a mí misma, estará todo el día bebiendo.
1 de septiembre
(A propósito de la madre H. del Sagrado Corazón, a quien había que prestarle numerosos pequeños servicios.) ¡Cómo me hubiera gustado ser su enfermera! Tal vez me hubiese costado según la naturaleza, pero creo que la habría cuidado con mucho amor, porque pienso en aquello que dijo Nuestro Señor: "Estuve enfermo y me aliviasteis".
8 de septiembre
¡Ah, la Santísima Virgen...! ¡No ha venido a buscarme...!
17 de septiembre
(A propósito del cementerio): A vosotras comprendo que os impresione un poco. ¡Pero a mí...! ¿Cómo me va a impresionar...? Meterán en la tierra algo simplemente muerto. No es como si estuviese en estado letárgico, eso sería cruel.
21 de septiembre
Yo deseaba oírle una palabra, algo así como se acordase del pasado y del cariño con que yo la había rodeado en su niñez. Apenas había cruzado por mi mente este pensamiento, cuando nos miró a la madre Inés y a mí con los ojos llenos de lágrimas, diciendo: ¡Hermanitas..., vosotras sois las que me educasteis...!
25 de septiembre
Yo la estaba mirando con ternura.Madrina, ¡qué preciosa eres cuando tu rostro se ilumina con un rayo de amor...! ¡Es tan puro!
30 de septiembre
Sí, es el sufrimiento puro, pues no hay en él el menor consuelo... ¡No, ni el más mínimo!¡¡¡Dios mío!!! Sin embargo, sí, lo amo a Dios... ¡Querida Santísima Virgen, ven en mi auxilio!Si esto es la agonía, ¡qué será la muerte...!¡Madrecita querida, te aseguro que el vaso está lleno hasta el borde!¡Sí, Dios mío, todo lo que quieras...! ¡Pero ten compasión de mí!Hermanitas..., hermanitas... ¡Dios mío...! ¡Dios mío, ten compasión de mí!¡No puedo más..., no puedo más! Y sin embargo, tengo que resistir...Estoy... estoy vencida... No, nunca hubiera creído que se pudiese sufrir tanto... ¡Nunca! ¡Nunca!Madre, ya no creo en la muerte para mí... ¡Creo en el sufrimiento!¿Y mañana será todavía peor? Bueno, ¡pues mejor que mejor!Ultimas palabras, mirando al crucifijo:¡Sí!, lo amo...¡Dios mío..., te amo!

TERESA DE AVILA TRASPASADA POR EL AMOR DE DIOS


ESTA IMAGEN REPRESENTA EL MOMENTO EN QUE UN ANGEL ES ENVIADO PARA
TRASPASAR CON UNA FLECHA DE AMOR DIVINO EL CORAZON DE SANTA TERESA
DE AVILA

" VIVO SIN VIVIR EN MI "


Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor,
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puso en mí este letrero:
«Que muero porque no muero».

Esta divina unión,
y el amor con que yo vivo,
hace a mi Dios mi cautivo
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a mi Dios prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que está el alma metida!
Sólo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

Acaba ya de dejarme,
vida, no me seas molesta;
porque muriendo, ¿qué resta,
sino vivir y gozarme?
No dejes de consolarme,
muerte, que ansí te requiero:
que muero porque no muero.

Ya toda me entregué y di,
y de tal suerte he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.

Cuando el dulce Cazador
me tiró y dejó herida,
en los brazos del amor
mi alma quedó rendida;
y, cobrando nueva vida,
de tal manera he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.

Hirióme con una flecha
enherbolada de amor,
y mi alma quedó hecha
una con su Creador;
Ya yo no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
y mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.
SANTA TERESA DE AVILA